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lunes, 8 de diciembre de 2008

Una insensata acción perjudicial a las relaciones chino-francesas

El presidente francés Nicolas Sarkozy, haciendo caso omiso de las repetidas labores pacientes y las numerosas gestiones severas y justas de la parte china, se reunió empeñadamente el día 6 con Dalai, que se encontraba de visita ilegítima en Europa. Esta acción fue sumamente insensata, hirió gravemente a los sentimientos del pueblo chino y causó daños directos a las relaciones chino-francesas.
Dalai ha venido realizando frecuentes actividades en la arena internacional. Sin embargo, no importa la calidad deslumbrante y las bellas palabras y posturas a que recurre, le es difícil encubrir su esencia separatista. El gobierno y pueblo chinos siempre se oponen resueltamente a las actividades divisionistas contra China a que se entrega Dalai en otros países, no importa en qué nombre, y se oponen resueltamente a cualquier forma de contacto de dirigentes de otros países con Dalai.
El problema del Tíbet atañe a la soberanía e integridad territorial de China y a los intereses esenciales de este país. La parte francesa, haciendo caso omiso de las grandes preocupaciones de la parte china y de la situación de las relaciones chino-francesas en su conjunto, anda a caza de gangas en torno al problema del Tíbet, obra a la ligera y con corta visión. Frente a esto, el diario británico “Financial Times” señaló en un artículo que Sarkozy, por una parte, desea mantener diálogo económico y comercial con China, y por la otra, sostiene que esto no debe impedirle formular el supuesto “problema del Tíbet”. “Esta conducta de hacer alarde de sí mismo es absolutamente innecesario y equivale a tejer un capullo para encerrarse a sí mismo,” apuntó.
Durante su visita a China en agosto pasado, el presidente Sarkozy subrayó que desde que el general De Gaulle asumió la presidencia francesa, Francia siempre ha considerado a China como un importante socio estratégico, y expresó sus deseos de impulsar ulteriormente las relaciones bilaterales. Cuando sus palabras aún resuenan en nuestros oídos, la actual conducta de la parte francesa nos parece increíble.
Hace 44 años, el dirigente francés De Gaulle, con visión, audacia y sagacidad de político, llevó decididamente a Francia a ser el primero de los países occidentales en abrir oficialmente la puerta de relaciones amistosas para China. Con respecto al establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Francia, De Gaulle dijo que esto “se basa en la creciente influencia de la realidad y la razón”. Estas palabras son clarividentes y dignas de reflexión concienzuda por parte de la gente de hoy día.
En los últimos cuarenta y tantos años, las relaciones chino-francesas han tenido en su conjunto un buen desarrollo, pero también sufrieron vicisitudes, principalmente ocasionadas por la parte francesa, que creó estorbos en el problema de los derechos humanos o vendió armamentos a Taiwan, afectando así a los intereses nacionales de China. En los últimos años, a través de los incansables esfuerzos de las dos partes, las relaciones chino-francesas se han desarrollado en forma sana y su intercambio y cooperación en los diversos terrenos han venido profundizándose. Con la historia como referencia, elevar constantemente las relaciones chino-francesas de asociación completa y estratégica a niveles más altos constituyen deseos comunes de los pueblos chino y francés.
Hoy día, frente a la multipolarización y la globalización económica, China y los países europeos, incluida Francia, tienen amplios intereses comunes, de modo que reforzar y desarrollar las relaciones chino-europeas es beneficioso para ambas partes e incluso para el mundo entero. En la actual situación en particular, China y la UE necesitan fortalecer su cooperación para enfrentar la crisis financiera internacional y los otros desafíos globales como la seguridad de cereales y energéticos y el cambio climático. Pero, desgraciadamente, siendo presidente de turno de la UE, Francia ha tomado una acción insensata en torno al problema del Tíbet, lo que no sólo ha hecho daño a las relaciones chino-francesas, sino que también ha colocado estorbos para el diálogo, intercambio y cooperación entre China y la UE.
En la actualidad, la causa y responsabilidad de la situación problemática en las relaciones chino-francesas, obviamente, no corresponden a la parte china. El gobierno chino ha reiterado en repetidas ocasiones que la parte china siempre ha dado importancia a las relaciones chino-francesas y está dispuesta, al igual que en el pasado, a hacer esfuerzos positivos por promover el desarrollo sano y estable de estas relaciones durante largo tiempo. El dirigente francés debe, “basándose en la realidad y la razón” y con una clarividente sabiduría política, observar estrictamente sus compromisos y defender efectivamente los intereses generales de las relaciones chino-francesas. De lo contrario, sólo herirán gravemente los sentimientos del pueblo chino y perjudicarán a la base de la cooperación chino-francesa. (Pueblo en Línea)08/12/2008

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