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lunes, 15 de diciembre de 2008

Observación económica: Los tres gigantes automovilísticos de EEUU al borde de la quiebra


Los tres gigantes automovilísticos estadounidenses que necesitan ayuda urgente han vuelto a sufrir golpes duros en los últimos días. El Senado del Congreso Estadounidense vetó el día 11 por la noche un proyecto de socorro por un monto total de 14.000 millones de dólares, arrinconando así a las tres grandes empresas automovilísticas, a saber, General Motors, Ford Motor y Chrysler, al borde de la quiebra.

El proceso de petición de ayuda presentada por los tres gigantes al gobierno fue “alentador en un principio y triste más tarde”. Tras negociaciones arduas, la Casa Blanca y el Congreso de EEUU llegaron en la noche del día 9 a un acuerdo de principio sobre la ayuda a la industria automovilística estadounidense, dejando que esta industria profundamente empantanada viera una luz de esperanza. Acto seguido, llegó otra buena noticia, pues la Cámara de Representantes del Congreso aprobó en la noche del día 10 el proyecto de ayuda por 237 votos a favor y 170 en contra. De acuerdo con este proyecto, General Motors y Chrysler, que tienen grave escasez de fondos, obtendrían préstamos gubernamentales dentro de pocos días. Ford Motor, aunque tiene aún suficientes fondos para mantenerse, corresponde también a los requisitos para obtener ayuda del gobierno.

Pero sólo un día más tarde, el Senado vetó este proyecto de ayuda porque los sindicatos de la industria automovilística de EEUU rechazaron la petición de los senadores republicanos para reducir salarios. Antes de la votación en el Senado, los senadores republicanos y la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria Automovilística realizaron una negociación maratónica. Los senadores republicanos pidieron a la federación bajar en el próximo año los salarios de los trabajadores de la industria automovilística al mismo nivel de los colegas japoneses y formularon esto como requisito para que los fabricantes automovilísticos obtengan créditos gubernamentales, pero la federación se negó a reducir sus salarios antes de vencido el actual contrato en 2011. Las negociaciones entre ambas partes se rompieron por esto. Finalmente, el proyecto de ayuda quedó encallado en el Senado.

En la actualidad, el salario promedio por hora (incluidas las prestaciones) de los trabajadores de las tres grandes empresas automovilísticas estadounidenses es de 73 dólares, unos 30 dólares más alto que el costo de contratación de las empresas japonesas en plantas en EEUU como Toyota y Honda. Aún cuando en circunstancias en que las empresas se encuentran al borde de la quiebra, la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria Automovilística se negó a reducir sus salarios. A criterio de ella, el 10% de la población empleada está vinculada directa o indirectamente con la industria automovilística y la quiebra de las tres grandes empresas automovilísticas será un enorme impacto para la economía estadounidense, razón por la cual el gobierno se verá obligado a darles la mano.

En realidad, el rechazo al proyecto de ayuda por parte del Senado no se debió, en modo alguno, a una “pelea verbal” entre los senadores republicanos y los sindicatos. Los senadores que se opusieron al proyecto de ayuda manifestaron que sería muy difícil que los fondos de ayuda libren de sus dificultades a las tres grandes empresas automovilísticas crónicamente enfermas, de manera que muy probablemente el dinero de los contribuyentes “se gastará en vano”.

De hecho, los errores cometidos por los tres gigantes en su estrategia de gestión les han atado de manos y pies. Desde hace muchos años, los tres gigantes han puesto énfasis en la producción de SUV y camionetas ligeras de alto consumo de combustible, evidentemente haciendo caso omiso del desarrollo y producción de carros ahorradores de combustible y, como resultado, sus participaciones de mercado han venido siendo mordisqueadas por los manufactureros automovilísticos japoneses y surcoreanos y los tres gigantes se han despedido de su prosperidad de antaño. El CEO de General Motors, Richard Wagoner Jr., reconoció hace poco que la estrategia de gestión de su empresa no era suficientemente flexible.

En enero de 2006, el entonces presidente de General Motors, York, advirtió que General Motors debía entrar rápidamente en acción para realizar una enorme reestructuración. A sus ojos, General Motors caería en una difícil situación financiera en octubre de 2008. También exhortó a los ejecutivos y los sindicatos a reducir sus sueldos y salarios para “enfrentar juntos las dificultades”. Pero su propuesta no fue aceptada y él renunció a su cargo en octubre de 2006.
Mingan Tan, presidente de la Cámara China de Comercio en Detroit que trabaja en General Motors, al ser consultado por la prensa, dijo que los fondos de ayuda sólo podrán ayudar a superar las dificultades del momento y que de no efectuar reformas fundamentales, sería difícil que las tres grandes empresas se mejoren. Otra personalidad de General Motors señaló que actualmente GM está reduciendo su costo y se espera que pueda ofrecer carros ahorradores de combustible en 2010.
Después de varado el proyecto de ayuda, la Casa Blanca y el Departamento del Tesoro expresaron sucesivamente que asignarán parte de los fondos de ayuda financiera de 700.000 millones de dólares para ofrecer un apoyo temporal a los tres gigantes. Pero Bernard Swiki, investigador del Centro de Investigación del banco de cerebros de la industria automovilística del estado de Michigan, sostuvo que en vista de la situación desfavorable de la economía estadounidense en su conjunto, será más deprimido el mercado de automóviles en el primer semestre de 2009, de modo que los tres gigantes enfrentarán una presión doble del mercado y de los círculos políticos. (Pueblo en Línea)15/12/2008

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