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lunes, 18 de agosto de 2008

OTAN empieza a preparar el ingreso de Georgia
19:27

18/ 08/ 2008

Andrei Fediashin, RIA Novosti. A partir de este lunes empieza, al parecer, la fase diplomática de arreglo de todas las desgracias caucasianas del último período, una seria y larga fase de regateos, consultas y dura presión sobre Rusia.

La OTAN y la ONU comienzan a realizar consultas sobre la situación en el Cáucaso. Anteriormente, las efectuó la Unión Europea.

En Naciones Unidas se desarrollarán, como siempre, unos largos debates en torno al conflicto georgiano-oseta. Pero los ministros de Asuntos Exteriores de la Alianza Atlántica, a exigencia de Washington, decidieron convocar una reunión urgente el 19 de agosto, para decidir cómo seguir coexistiendo con Rusia y en qué lenguaje hablar con ella. George Bush, quien ansía dejar una huella significativa de la existencia de su Administración, tiene una sola receta: es necesario hacer parar (castigar, dar lección, poner en su lugar) al Moscú de Medvédev y Putin, el que arremetió contra la Georgia independiente. Al proteger a Georgia, protegemos a todos los Estados pequeños y a la democracia en el mundo entero. Es un estribillo que se repite sin cesar.

Antes se pretendió imponerles a los aliados otro estribillo, a estilo del famoso dicho de Kennedy: "Desde ahora soy un berlinés" (Ich bin ein Berliner), pero en una variante actualizada: "Ahora somos georgianos", pero tal intento fue rechazado. Incluso The Washington Post, que aunque critica a la Administración, pero tampoco trata con simpatía a Rusia, observó: "Ello es demasiado" (Are we all Georgians now? Not too fast).

En vísperas de las consultas otanianas, también Alemania y Francia - consideradas los últimos tiempos como un contrapeso a la posición de la Casa Blanca, poco sopesada y no siempre bien enfocada en Europa - decidieron atacar al Kremlin.

Angela Merkel, inmediatamente después de visitar Tbilisi y reunirse con Saakashvili, manifestó el 17 de agosto que ella apoya el ingreso de Georgia en la OTAN. Nicolas Sarkozy exigió en Le Mond el 18 de agosto que Moscú empiece a retirar sin dilaciones sus tropas de Georgia, de acuerdo con los "principios Medvédev - Sarkozy", declarando que si ello no se hace, él se verá obligado a convocar una reunión extraordinaria del Consejo de Europa. Todavía no era un ultimátum, pero algo parecido, algo muy brusco.

Medvédev declaró que la retirada de las tropas rusas comenzaría el 18 de agosto, y se lo había dicho a Sarkozy en una conversación telefónica ya el 17 de agosto. O sea que el escrito en cuestión apareció en Le Mond después de ello. Y no podía menos que aparecer, porque sobre Sarkozy ya empezaron a llover críticas de la derecha tanto de Francia como de EEUU y de los novatos ultraderechistas del "bloque de Europa del Este" dentro la OTAN y la UE, por su viaje a Moscú y la elaboración junto con Medvédev de los seis principios de arreglo en el Cáucaso. Al presidente francés lo empezaron a acusar de que él está perdiendo la orientación correcta, por lo cual la carta de Sarkozy estuvo llamada a refutar esas acusaciones.

La postura de Merkel a primera vista parecía ser más complicada, pero más tarde se averiguó que todo era muy sencillo. A los periodistas alemanes les desconcertó en un comienzo la frase de la canciller de que ella apoya el ingreso de Georgia en la OTAN y que "Georgia llegará a ser miembro de la OTAN, si lo desea, y es que realmente lo desea". Cuando los reporteros intentaron averiguar cuándo ella cambió de parecer, pues en la cumbre otaniana de abril en Berlín, al parecer, se manifestaba en contra de la admisión de Tbilisi en la Alianza, Merkel explicó que ella nunca estaba en contra del ingreso de Georgia como tal, que sólo se trataba de los plazos en que ello podría realizarse.

Merkel confirmó aquello que sucedió en la cumbre de Bucarest: la admisión de Georgia y Ucrania se enfocó allí sólo como cuestión de tiempo, en principio nadie les negó el ingreso. En la reunión extraordinaria del 19 de agosto, los ministros otanianos retomarán ese tema. La Casa Blanca presiona con el fin de que se apruebe el Plan de Acción para Afiliación a la OTAN para Georgia o, por lo menos, que se tome la decisión concreta de hacerlo.

Pero de decirse oficialmente un "sí" a la admisión de Georgia en la Alianza Atlántica como un tributo a las insistencias de Bush, el ingreso real de Tbilisi en la OTAN llevará unos cinco o más años. Kíev a su vez no podrá ingresar hasta el año 2017, mientras rija el tratado ruso-ucranio de la base naval rusa de Sebastópol (Crimea). Es que la OTAN no admite en sus filas a los Estados que tienen en su territorio bases que no son de la Alianza. O sea que Rusia tendrá tiempo para dar una respuesta a la ampliación de turno de la OTAN, la que es inevitable ya.

Según unos datos, Washington insistirá en la reunión de los ministros otanianos en que se satisfaga la solicitud de Saakashvili de dirigir a Georgia observadores militares de la Alianza, con el fin de realizar el monitoreo de las acciones que emprende Rusia. Pero le será difícil fundamentarlo, pues existiendo el precedente de los bombardeos a Yugoslavia, Rusia difícilmente aceptará la presencia de la OTAN en Abjasia u Osetia del Sur.

También existe la propuesta de liquidar el Consejo Rusia - OTAN, el que funciona desde 2002, cumpliendo tareas insignificantes de "coordinación" de la lucha contra el terrorismo y cooperación de carácter general. La anulación del Consejo no sería más que un acto simbólico.

Es probable que en la reunión se tome la decisión de comenzar los países de la OTAN a prestar la "ayuda humanitaria" a Georgia, así como ayudarle en el restablecimiento y modernización de la estructura militar y las Fuerzas Armadas de Georgia.

Si a Tbilisi lo invitan oficialmente a ingresar en la OTAN, ello sólo confirmará lo correcto de los pasos que da Rusia. Actualmente, tres países del mar Negro - Turquía, Bulgaria y Rumania - son miembros del bloque, y con el ingreso de Ucrania y Georgia ya serán cinco. Basta con ver en el mapa el mar Negro, para convencerse de que en tal caso ya será un mar de la OTAN. Incluso en el Mediterráneo queda más espacio no controlado por la Alianza. La división de las "áreas habitacionales" - realizada tras el desmoronamiento de la URSS por poco en estado de embriaguez política (la cual todavía podría cuestionarse, aunque sea en parte) - ya quedará fijada con rigidez. Moscú tendrá que olvidar tras ello todas las pretensiones que podría formular a sus vecinos.

Pues la situación se desarrolla obviamente hacia una confrontación entre la OTAN y Rusia. En ello estriba el quid del problema. Rusia, en esencia, no tiene ningunos problemas con la independencia de Ucrania ni con la de Georgia como tales. El problema consiste en quién y hacia dónde está orientando esas independencias. Además, no se trata de un fenómeno nuevo puramente ruso, sino de unos principios básicos y hasta elementales de la política exterior de cualquier Estado.

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