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viernes, 22 de agosto de 2008

Congeladas las relaciones Rusia – OTAN
18:54

22/ 08/ 2008

Nikita Petrov, en exclusiva para RIA Novosti. El Ministerio de Defensa de Rusia notificó a la sede de la OTAN en Bruselas de que suspende de lleno la cooperación militar con las respectivas estructuras de la Alianza Atlántica.

Anteriormente, tales notificaciones se recibieron en Noruega, Estonia y Letonia. Ello significa que todas las actividades con participación de las Fuerzas Armadas de Rusia y los contingentes militares de la OTAN y sus aliados, planificadas para este año, se suspenden (posponen) o, dicho de otro modo, se congelan. Verdad que hasta el momento no se ha anunciado el rompimiento de relaciones entre Moscú y Bruselas, como ello sucedió en marzo de 1999, cuando la aviación de la Alianza Atlántica empezó a bombardear Belgrado, capital de Serbia. En aquella ocasión, de Moscú fueron expulsados en 48 horas los representantes oficiales de la OTAN.

El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, manifestó el jueves pasado en rueda de prensa en Moscú: "No prevemos dar un portazo, ellos también siguen teniendo abierta la puerta. Todo depende no de nosotros, sino de las prioridades que se fije la OTAN". A Rusia la cooperación le hace falta no más que a la OTAN, e incluso hasta ésta última necesita más el apoyo por parte de Rusia, especialmente en la operación internacional que se lleva a cabo en Afganistán, "donde se decide el destino de la Alianza", señaló el canciller. "Allí la ayuda rusa adquiere una importancia de carácter crítico para la OTAN", subrayó.

Sería una simplificación lo de afirmar que las relaciones entre Moscú y Bruselas empeoraron al comenzar la operación rusa de imposición de la paz en Georgia, la que agredió a la pacífica capital de Osetia del Sur, Tsjinvali, lanzando contra la ciudad y sus alrededores miles de bombas y proyectiles, matando a mujeres, niños, ancianos y efectivos del contingente ruso, el que está cumpliendo la noble misión de mantenimiento de la paz en la efervescente región caucasiana. Las relaciones entre Rusia y la Alianza desde hace mucho atraviesan una crisis, y se agravaron bastante luego que Bruselas y los Estados integrantes de la OTAN, por lo visto bajo presión de Washington, decidieron menospreciar la preocupación rusa originada por la injusta distribución de cuotas de armas pesadas, realizada de acuerdo con el Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) tras la desaparición de la Organización del Tratado de Varsovia, el desmoronamiento de la Unión Soviética y el ingreso de unos ex Estados socialistas y repúblicas soviéticas en la Alianza Atlántica.

Bruselas se sentía cómodo, poseyendo en las direcciones principales del teatro de operaciones superioridad numérica en el material blindado, la artillería de gran calibre, aviones y helicópteros, así como disponiendo de unas "zonas grises" a las que no se hacían extensivas ningunas inspecciones. Allí se podía emplazar cualquier cantidad de armas, haciendo caso omiso al FACE. A Bruselas no le importaba el disgusto que sentía Moscú en relación con ello. Las consecuencias de tal actitud son de todos conocidas. El FACE se murió y enterró consigo las medidas de transparencia y confianza militar en Europa.

Otro momento de mucha irritación se produjo entre Moscú y Bruselas al surgir las perspectivas de admisión de Ucrania y Georgia en la Alianza. Ésta empezó a atraer a Kíev con insistencia digna de una mejor aplicación, a pesar de que la mayoría absoluta del pueblo ucranio se manifiesta rotundamente en contra del ingreso del país en la OTAN. Primero, el estatuto neutral de Ucrania está proclamado en su Constitución. Segundo, la propia OTAN tiene anotado en sus reglamentos que ningún país puede admitirse en su seno si su población no apoya tal paso. ¿Mas qué le importan a Bruselas las leyes y normas si éstas contradicen la conveniencia política y militar?

Aun más sorprendente es el carácter de relaciones con Georgia. A Bruselas no lo hace vacilar ni el hecho de que ese país tenga serios conflictos con sus ex autonomías, las que en más de una ocasión sufrieron incursiones de las tropas georgianas y purgas étnicas, y actualmente se definen a sí mismos como territorios independientes. A los dirigentes de la OTAN no los desconciertan ni las retóricas belicosas del Tbilisi oficial, el que venía amenazando desde hacía mucho con resolver por la fuerza sus problemas territoriales.

Los países de la Alianza y sus socios estaban armando y entrenando enérgicamente al Ejército georgiano, asignaban cuantiosos recursos con estos fines. Ya todo el mundo sabe cómo concluyó aquello. Al violar todos los convenios internacionales, el Ejército georgiano, por orden del presidente Mijaíl Saakashvili, irrumpió pérfidamente en la zona de responsabilidad del contingente de paz, el que separa a las partes en conflicto, cometiendo un acto de agresión y genocidio sin precedentes contra la población civil de Osetia del Sur, resultado de lo cual perecieron más de dos mil ciudadanos de Rusia, quedó destruido el potencial económico de la república y fueron arrasadas la infraestructura social y viviendas.

El derecho legítimo de Rusia a defender con armas a su contingente de paz y a sus ciudadanos, Bruselas lo calificó como excesivo y lo criticó bruscamente en la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de los países miembros de la Alianza, convocada a insistencia de EEUU (olvidando aquello que hizo la propia OTAN en la capital y otras ciudades de la desaparecida Yugoslavia). Anteriormente, Washington respondió con un veto a la solicitud de Rusia de convocar una reunión extraordinaria en la cumbre del Consejo Rusia -OTAN, en la que el embajador ruso ante ésta, Dmitri Rogozin, preveía presentar un cuadro auténtico, no el tergiversado que ofrecían ciertos medios noticiosos occidentales, de aquello que sucedió en Osetia del Sur. En relación con ello surge una lógica pregunta: ¿para qué hace falta tal Consejo Rusia -OTAN? Según afirmaba Bruselas, lo instituyeron para intercambiar libremente opiniones con Moscú, sin experimentar presiones foráneas, a diferencia del anterior Consejo Permanente, en el que 26 países habían actuado en un frente único contra Rusia...

Da la impresión de que la cooperación equitativa con Moscú y unas conversaciones honestas y no preconcebidas con la parte rusa no les convienen a ciertos dirigentes de la Alianza. Ellos optan por la política de confrontación y ultimátums. Pero Rusia tiene con qué responderles. Dijo bien el canciller ruso Serguei Lavrov, al afirmar que la OTAN le hace falta a Rusia en igual medida que Rusia le hace falta a la OTAN.

Los programas de cooperación entre las dos partes fueron elaborados tomando en consideración los intereses recíprocos. Se trata de las reformas de las Fuerzas Armadas, la lucha contra el terrorismo, el intercambio de delegaciones militares, la enseñanza de los métodos de lucha contra el narcotráfico a los organismos afganos y centroasiáticos, la defensa antimisiles del teatro de operaciones (no confundirlo con el sistema estadounidense de defensa antimisiles, cuyos elementos se prevé emplazar en Europa del Este); el arreglo de las crisis, la eliminación de las consecuencias de calamidades naturales; la lucha contra la proliferación de las armas de exterminio en masa, las tecnologías misilísticas y la migración ilegal; el socorrismo a los náufragos, y un largo etcétera. Fueron creados grupos de trabajo y comités de cooperación en materia de control en el espacio aéreo, colaboración científica y seguridad ecológica, así como un mecanismo de consultas permanentes sobre problemas políticos globales...

La realización de muchos de estos programas puede congelarse ahora. Correrá un serio riesgo la cooperación Rusia -OTAN en la lucha antiterrorista, y no sólo en la región del Mediterráneo - a la que no llegó el guardacostas ruso "Ladni", el que tenía que participar en la operación internacional "Enérgicos esfuerzos" - sino en primer lugar en Afganistán. De momento no hay información de que Moscú haya prohibido realizar vuelos por sus pasillos aéreos de Europa a Asia Central a los aviones de la OTAN que transportan cargas para el contingente de la Alianza que lucha contra los talibán y Al Qaeda. Tampoco se ha informado de que se haya suspendido el transporte de tales cargas por vías férreas de Rusia. El Kremlin estará esperando la reacción de Bruselas a noticia de la suspensión de la cooperación militar y la renuncia rusa a realizar ejercicios conjuntos e intercambios de delegaciones militares planificados, y sólo luego decidirá los pasos a dar.

Las opciones no son muchas para las dos partes. Actualmente, es la OTAN la que debe decir su palabra. Hoy día su consistencia política y militar se somete a prueba tanto en Afganistán como en Europa.

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