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lunes, 25 de agosto de 2008

Estados Unidos busca la forma de salir de Irak para quedarse
20:05

25/ 08/ 2008

Andrei Fediashin, RIA Novosti. Como era de suponer, el reciente conflicto en el Cáucaso, ya ha tenido repercusiones importantes en el ámbito internacional, y una de ellas, tiene que ver con la inesperada visita de la secretaria de estado norteamericana Condoleezza Rice a Bagdad, el pasado 21 de agosto.

El objetivo principal de esa visita fue ultimar los detalles del proyecto de un tratado estadounidense-iraquí de seguridad, destinado a reglamentar las relaciones político- militares entre Washington y Bagdad, y en particular, establecer el plazo de la retirada y al mismo tiempo, las condiciones sobre la futura permanencia de las tropas estadounidenses en ese país.

En la elaboración ese tratado, Washington estuvo reflexionando año y medio. Pero ahora, tras la aventura del presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili en Osetia del Sur, la Administración Bush ha comprendido que hay que darse prisa, pues de otra forma, EEUU corre el riesgo de perder a finales de año, el último pretexto jurídico para prolongar su ocupación militar de Irak.

Incluso el Gobierno pronorteamericano de Bagdad urgió a los estadounidenses a que de una vez por todas, resuelvan todos esos asuntos jurídicos pendientes.

Para las autoridades de Bagdad cada vez es más difícil explicar a los iraquíes sobre la necesidad de continuar bajo la "defensa norteamericana", sobre todo cuando no se cumplen las promesas sobre la aspirada seguridad y una vida mejor.

Para comprender mejor la situación en Irak, es conveniente recordar algunos detalles importantes. Formalmente, las tropas de EEUU y el resto de los países miembros de la "coalición internacional" se encuentran en Irak según un mandato de la ONU.

Aunque a decir verdad, fue un mandato conferido a "posteriori", en octubre de 2003, es decir, para justificar un hecho ya consumado, porque los norteamericanos ya habían ocupado Bagdad en abril del mismo año, pero esto no es lo más importante.

La resolución del Consejo de Seguridad de la ONU (CS-ONU) 1511 de 2003, promovida por EEUU e Inglaterra autorizó la "creación de fuerzas multinacionales "para realizar todas las tareas necesarias para mantener la seguridad y estabilidad en Irak".

Tras apoyar esa resolución, los países que votaron a favor de esa resolución en la ONU confiaron que la situación en Irak se normalizaría o bien en el año 2005 o a más tardar en el 2006.

Pero no ocurrió nada parecido. Al contrario, aumentó el número de víctimas entre la población civil, es permanente la resistencia contra las tropas estadounidenses y británicas, el país prácticamente se ha fragmentado en regiones shiítas y sunitas (y regiones autónomas kurdas) y en los actuales momentos, Irak se encuentra al borde de una guerra civil.

No obstante, EEUU cada año ha convencido al CS-ONU prolongar el mandato de sus tropas prometiendo cada vez la pronta normalización de la situación.
Para el efecto, fueron aprobadas las resoluciones 1546, 1637 y la última, la 1723. El plazo del actual mandato previsto en esa resolución expira a finales de año, y son pocas las perspectivas de que sea prolongado de nuevo, para ser más exactos, esas posibilidades son nulas y aquí es cuando se manifiesta la repercusión del factor "georgiano".

Desde hace tiempo, Rusia insistió en establecer plazos concretos a la presencia de tropas extranjeras en Irak. Washington prometió a Moscú establecer esos plazos pero por muchas razones nunca cumplió lo prometido.

Ahora, una vez conocida la postura adoptada por la Administración estadounidense durante el conflicto de Osetia del Sur, y los métodos utilizados por Bush y Rice para salvar a Saakashvili, es muy poco probable que Moscú esté dispuesto a esperar más tiempo para que EEUU por fin logre ganar la "guerra contra el terrorismo". Está claro que Rusia ya no mantendrá sus ojos cerrados ante la ocupación estadounidense de Irak.

Sobre todo cuando lo que se perfila ya no es una ocupación, sino la intención de convertir a Irak de una especie de protectorado de EEUU.
Incluyendo policía, consejeros, consultantes y agentes privados de seguridad, EEUU tiene en Irak casi 180.000 hombres, y las tropas del Ejército estadounidense propiamente dichas, superan los 144.000 efectivos entre soldados y oficiales.

Desde el año pasado, el parlamento iraquí exige al Gobierno que todos los acuerdos sobre la permanencia de "tropas multinacionales" en Irak sean ratificadas por el legislativo iraquí, pero esas demandas nunca han sido atendidas.

Los funcionarios de la Casa Blanca comenzaron a comprender que ya no podrán contar más con la ONU para continuar en Irak. En la búsqueda de soluciones para salir del atolladero, han ocurrido situaciones más que extrañas, que ilustran cómo interpreta el Departamento de Estado del presidente Bush el Derecho Internacional y las leyes aprobadas por el propio Congreso estadounidense.

No hace mucho, el pasado mes de mayo estalló un escándalo cuando la Casa Blanca declaró que EEUU podría permanecer en Irak "según su voluntad", y sin mandato de la ONU, porque contaba con el respaldo de sendas resoluciones aprobadas en 2001 y 2002 por el Congreso estadounidense que autorizó el empleo de la fuerza en Irak.

Entonces, el Congreso tuvo que reprender al Departamento de Estado y a la Administración de su incompetencia profesional. Los expertos jurídicos del Congreso explicaron que las mencionadas resoluciones autorizaron el empleo de la fuerza únicamente para derrocar a Sadam Husein y para liquidar las armas de exterminio masivo, y actualmente en Irak no ocurre lo uno ni lo otro.

Así, es comprensible que los funcionarios del Departamento de Estado trabajen ahora a marchas forzadas en el proyecto del tratado porque además se trata de un tratado que permitirá a las tropas estadounidenses quedarse en Irak.

A pesar de las declaraciones citadas por periódicos, revistas y agencias estadounidenses en el proyecto de acuerdo no se fijó ningún marco de tiempo para el retiro de las tropas estadounidenses de Irak y en esencia, el documento propone las bases para futuras negociaciones.

Está claro que los estadounidenses deberán incluir en el tratado una especie de calendario para el retiro de sus tropas, porque sin este aspecto, el acuerdo sentaría un precedente nocivo para la práctica jurídica internacional.

De acuerdo a varias fuentes, las unidades de combate se retirarán en 2011 y el resto de las tropas de apoyo logístico para 2014 según propuso la parte iraquí, como explicó el representante del gobierno de Bagdad Ali al Baddagh.

Según el ministro de Asuntos Exteriores de Irak, Hoshyar Zebari, en las conversaciones con Rice se habló de "horizontes de tiempo". A juzgar por el proyecto, los estadounidenses lograron incluir un punto que establece que la retirada de sus tropas dependerá absolutamente de situaciones concretas en el campo de la seguridad.
La Administración norteamericana reconoció que esa ambigüedad es necesaria para en un futuro poder "demorarse" en Irak el tiempo que sea necesario. Es decir, declarar sobre el retiro para poder quedarse.

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