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miércoles, 4 de junio de 2008


Países ribereños acuerdan repartirse el Océano Glacial Ártico en mesa de negociaciones
21:31

03/ 06/ 2008

Andrei Fediashin, RIA Novosti. La ciudad groenlandesa de Ilulissat pasará a la historia como el lugar donde comenzó la repartición del Ártico. Allí, del 27 al 29 de mayo, los ministros de Asuntos Exteriores de Dinamarca, Canadá, Noruega, Rusia y EEUU se reunieron a puerta cerrada para acordar cómo aprovechar el Océano Glacial Ártico, y lo más importante, cómo explotar los recursos naturales que yacen en su plataforma continental.

Al final del encuentro, los ministros adoptaron la Declaración de Ilulissat cuya tesis fundamental estableció que los asuntos relacionados con el Océano Glacial Ártico y los contenciosos territoriales se solucionarán a partir de la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar de 1982.
Al resumir las conclusiones adoptadas en la reunión, el titular ruso Serguei Lavrov subrayó que lo más importante fue que los cinco países acordaron resolver todos los problemas en la mesa de las negociaciones.
"No compartimos los pronósticos sombríos sobre conflictos entre los países árticos por sus intereses o de guerras inminentes por el Ártico", subrayó el diplomático ruso. En sus declaraciones sobre el encuentro en Ilulissat, el resto de los ministros emplearon la misma retórica.
Es reconfortante que la repartición de una zona tan importante del planeta como el Ártico se desarrolle en la mesa de las negociaciones. Sin lugar a dudas, la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar es un poderoso instrumento jurídico internacional que en calidad de "constitución marina", podrá regular todos los asuntos relacionados con lo que se puede y no se puede hacer sobre, debajo y dentro del Océano Glacial Ártico.
Aunque también, preocupa el solidario optimismo expresado por los cinco países, sobre todo porque cada uno de ellos tiene reclamos y contradicciones con respecto a sus vecinos en lo que se refiere a la demarcación de la plataforma continental en el Ártico.
Desde hace muchos años y de forma regular, los dinamarqueses protestan porque los canadienses implantan banderas en algunas de las islas de Groenlandia, su principal provincia ártica.
Los canadienses hacen los mismos reclamos a los estadounidenses que por su parte, cuestionan la pertenencia canadiense de algunas islas árticas.
Los noruegos tienen pretensiones sobre al menos 175.000 kilómetros cuadrados de la plataforma continental rusa en el mar de Barents, y Rusia, todavía no se ha puesto de acuerdo con EEUU sobre una línea de demarcación en el mar de Bering acordada entre el ministro soviético de Exteriores Eduard Shevardnadze y el antiguo secretario de Estado norteamericano James Baker.
Cabe recordar que hasta ahora, el Ártico no ha sido objeto de una actitud civilizada en lo que respecta a su situación y la solución de sus problemas.

Incluso la reciente conferencia de Ilulissat tampoco encaja entre las formas civilizadas, porque se desarrolló sin la participación de Islandia, Finlandia y Suecia. Como los cinco países reunidos en Ilulissat, estos tres países son miembros del Consejo del Ártico, actualmente, el foro intergubernamental más representativo destinado a resolver todos los asuntos relacionados con el Ártico, los pueblos autóctonos que habitan en esa zona.
Los gobiernos y la opinión pública de Islandia, Finlandia y Suecia expresaron desconcierto e insatisfacción por la celebración de la reunión de Ilulissat sin su participación.
Entre la lista de insatisfechos también hay que incluir las organizaciones internacionales ecologistas y las entidades defensoras de los pueblos aborígenes.
El trabajo práctico que desarrollan estas entidades los convierte en interlocutores competentes al momento de analizar los asuntos cruciales relacionados con el Ártico. Algunas de esas organizaciones sobre todo las ecológicas calificaron la reunión en Ilulissat "de confabulación para la repartición del Ártico", y en general, la prensa internacional barajó no pocas conjeturas sobre los criterios de los países invitados.
Más que todo EEUU, país que todavía no ha ratificado la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar y cuestiona la mayoría de sus postulados.
A propósito, todavía tienen vigencia los argumentos expuestos por ecologistas en cuanto a la necesidad de conferir a las zonas contiguas a polos de la Tierra un estatuto especial. Sería extender al Ártico el estatuto conferido a la Antártica donde rigen acuerdos internacionales que prohíben todo tipo de actividad militar y la exploración de los recursos naturales en el continente blanco.
Rusia ratificó en 1997 la Convención de la ONU sobre el derecho del Mar de 1982 y en el caso del Ártico, aceptó la limitación de 350 millas a la plataforma más allá de los límites de la zona económica si se demuestra que la plataforma continental es una prolongación de la plataforma continental de Siberia.
Rusia no tiene ninguna intención de reclamar la soberanía del Polo Norte, a no ser que algunos políticos rusos quieran utilizar ese pretexto para saquear el erario público. Según la Dirección Geológica de EEUU, las reservas de petróleo y gas en el Ártico se encuentran precisamente a 300 y 500 millas de la costa y los campos de más perspectiva, en el sector ruso del mar de Kara y de Barents.
La repartición del Ártico debe ser racional y pacífica, y nuestras aventuras como la expedición de Chilingárov (inmersión de batiscafos en el Polo Norte) no tienen nada que ver con la solución de los problemas relacionados con el Océano Glacial Ártico.
La solución de estos asuntos no depende de la cantidad de baldes con muestras del fondo marino extraídos o de la cantidad de banderas plantadas en el fondo del mar exactamente en el punto geográfico del Polo Norte.
Para argumentar las pretensiones de Rusia en esa zona hay que demostrar que la cordillera Lomonósov es una prolongación de la plataforma continental de Siberia, y para el efecto, hay que hacer complejas investigaciones y perforaciones geológicas profundas a distancias de dos, tres y cuatro kilómetros mar adentro.

Todavía queda tiempo para reunir los argumentos necesarios para demostrar nuestros derechos sobre esa plataforma marina. El destino final del Ártico se decidirá en la conferencia de la ONU prevista para el año 2020, y para ese foro debemos prepararnos con propiedad.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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