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lunes, 9 de junio de 2008


¿Cuándo responderá Occidente a las propuestas de Medvédev?
15:58

09/ 06/ 2008

Andrei Fediashin, RIA Novosti. El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev durante su reciente visita a Berlín propuso a Occidente un amplio paquete de iniciativas políticas que han desatado un gran debate porque su rechazó supondrá una demostración de poco tacto.

Lo interesante será ver cuanto tiempo reflexionará Occidente sobre esas propuestas y cuáles de ellas, y en qué medida las piensa apoyar.
En resumen, Medvédev propuso hacer una pausa con Kosovo, suspender la incorporación de nuevos países a la OTAN, y apartar el despliegue del escudo antimisil estadounidense en Europa.
El presidente ruso también aconsejo que no se obligue a Rusia adoptar las posturas políticas occidentales, y que se desista de los planes para suplantar la ONU y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) por otras organizaciones.
Finalmente, Medvédev propuso aprobar un acuerdo vinculante universal sobre un nuevo sistema de seguridad internacional, similar al Acta de Seguridad suscrita en Helsinki en 1975, una especie de Tratado de Helsinki-2.
Ya que todas esas propuestas no pueden ser digeridas de un golpe, es muy probable que pasara mucho tiempo hasta que Occidente formule sus respuestas respectivas.
Sobre todo porque los europeos todavía se encuentran a la expectativa a raíz de los recientes cambios producidos en la élite política de Rusia. Todavía, a muchos les cuesta admitir que Medvédev es una "prolongación" y no una antípoda del presidente anterior Vladimir Putin.
Para la opinión pública, la prensa y los expertos, la primera visita del nuevo presidente de Rusia a Occidente no pudo ser un suceso común.
Y desde ese punto de vista, fue lógico esperar que el Medvédev sucesor obligatoriamente fuera comparado con el Putin antecesor.
La mayoría de las comparaciones se formularon en referencia al controvertido discurso pronunciado por Putin en la Conferencia de Seguridad de Munich el año pasado.
Esto también es comprensible, porque en su intervención el pasado 10 de febrero en Munich, Putin expuso el programa de política exterior de Rusia desde la óptica de los asuntos de seguridad que más le preocupan y esa preocupación rusa motivo muchos recelos en Occidente.
Antes de que comenzara la visita de Medvédev a Berlín, las expectativas en Occidente giraron en torno a que el Kremlin debió dar señales de "liberalismo", "prudencia" y "suavidad" para que Moscú de cara al mundo, "pudiera recuperar lo que Putin perdió en Munich", según citas en la prensa británica, alemana y estadounidense.
Al día siguiente, una vez concluida la visita de Medvédev a Berlín, los comentarios de prensa más o menos estuvieron en sintonía a esas expectativas.
Cuesta trabajo comprender cómo pudieron salir semejantes valoraciones a partir de la intervención de Medvédev ante cerca de 700 empresarios, políticos y otras personalidades alemanes.
Si se analiza el discurso con atención, resulta que Medvédev expuso con detenimiento jurídico todas las tesis que pronunció Putin en Munich en tono emocional.
Comparando ambos discursos, veo que Medvédev comparte la postura de Putin cuando dijo en Munich que, "el empleo de la fuerza es legítimo únicamente si lo aprueba la ONU", y que esta organización, "no debe ser suplantada por la OTAN o la Unión Europea".
A ese respecto, las declaraciones de Medvédev en Berlín fueron las siguientes: "ahora se intenta globalizar la misión de la OTAN mediante la inclusión de nuevos países, y nuevas propuestas para reducir las atribuciones del Consejo de Seguridad de la ONU".
El planteamiento de Putin de que la ampliación de la OTAN es un factor provocador que reduce el nivel de confianza mutua y que justifica en Rusia la pregunta ¿contra quién está dirigida esa ampliación? es tan liberal como las palabras de Medvédev, que al respecto afirmó de que en el caso de que ocurra esa ampliación (con el ingreso de Ucrania y Georgia), "las relaciones (entre Rusia y Occidente) quedarán deterioradas de forma radical, y el precio de esa decisión será excesivamente alto".
En Munich, Putin dijo que, "Rusia tiene el privilegio de desarrollar una política exterior independiente".
Medvédev en Berlín subrayó que "nuestras posturas no debe ser amoldadas a las normas occidentales" y que "nosotros aspiramos a unas relaciones auténticamente equitativas y nada más".
Da la impresión de que a pesar de que muchos comprendieron que la época de condescendencia política de Yeltsin ya pasó, esos muchos no quieren aceptarlo.
En Occidente, todavía quedan deseos de someter a Rusia a una reeducación europea, de controlar todos sus pasos, dictar cuáles pueden ser sus países amigos, y contra cuales países debe Moscú orientar sus alianzas.
Asombra que en Occidente nadie quiere admitir la posibilidad de que la célebre sentencia del desaparecido primer ministro británico Whiston Churchill, de que "los británicos no tiene amigos, ni enemigos sino sus intereses", se pueda aplicar a otros estados además de EEUU, Francia, Alemania, Italia, Australia, Canadá...
En relación a las recomendaciones que deben seguir los líderes europeos con respecto Medvédev en ocasión de la visita a Berlín ya hubo propuestas.
En declaraciones a un rotativo germano, el responsable de las relaciones ruso alemanas en el gobierno alemán Andreas Schockenhoff dijo que antes que todo, la canciller Ángela Merkel debería invitar a Medvédev a la conferencia de seguridad que se celebra en Munich cada año por febrero.
Una buena idea, porque ya que Medvédev expuso todas sus propuestas, queda la esperanza de que en la conferencia de Munich podrá escuchar una respuesta de los europeos.

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