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domingo, 4 de enero de 2009

Los blindados israelíes entran en Gaza

El Ejército anuncia que la operación durará varios días y moviliza a miles de reservistas - 13 palestinos mueren en el bombardeo de una mezquita en la franja

Jerusalén - 04/01/2009
Caía la tarde y la embestida de las Fuerzas Armadas israelíes por tierra, mar y aire atronó en Gaza. La artillería se estrenó en el octavo día de guerra para barrer la zona fronteriza de la franja de norte a sur. Buques de la Marina, cazabombarderos y helicópteros castigaron también el territorio palestino matando a una treintena de personas, lo que eleva la cifra de víctimas mortales durante estos días a casi 500. Estaban despejando a sangre y fuego el camino de una invasión que pasadas las ocho de la tarde de ayer se materializó en un violento asalto terrestre. Los carros de combate israelíes atravesaron el muro de hormigón por el norte de Gaza. Comenzó así el cuerpo a cuerpo. "No será fácil ni breve", advirtió anoche el ministro de Defensa, Ehud Barak.

El objetivo, dice Israel, es "destrozar la infraestructura terrorista de Hamás"
"El enemigo pagará un alto precio por su ataque a Gaza", replicó un portavoz de Hamás, que prometió convertir Gaza "en un cementerio para el enemigo sionista".
Por la mañana, los bombardeos se habían concentrado en las viviendas de dirigentes de rango medio de Hamás. Por la tarde, una mezquita de Beit Lahia, en el norte de Gaza, también sucumbió al fuego israelí. Al menos 13 personas morían en el templo, veinte más en otros ataques. Casi 500 palestinos, hasta el anuncio del asalto por tierra, han perdido la vida por impactos de metralla, desmembrados por las bombas o bajo los escombros de las decenas de edificios públicos, mezquitas o viviendas derribadas. Ya en la oscuridad, la carretera Saladino, que atraviesa Gaza a lo largo de sus 45 kilómetros, fue bombardeada en varios tramos para impedir la movilidad de los milicianos. Minutos después marchaban los blindados israelíes. Y de inmediato estallaron los combates con los milicianos, que causaron al menos veinte muertos palestinos, según fuentes médicas locales. Fuentes militares israelíes, citadas por el diario Haaretz, hablaban de "docenas".
La primera víctima de la ofensiva terrestre fue un niño palestino, que murió a causa del disparo lanzado desde uno de los vehículos israelíes en la ciudad de Gaza. También hubo 11 heridos, según fuentes médicas. Mientras tanto, Hamás afirmó, sin dar más detalles, que había matado a varios soldados israelíes. Ante la escalada, el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió anoche en una sesión de emergencia, que empezó a la una de la madrugada hora peninsular española. El ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno español, Miguel Ángel Moratinos, llamó anoche al presidente palestino, Mahmud Abbas, para expresarle su solidaridad.
"El objetivo es destrozar la infraestructura terrorista de Hamás en el área de operaciones, y tomar varias zonas de lanzamiento para reducir la cantidad de cohetes disparados contra civiles israelíes", decía el escueto comunicado del Ejército que anunciaba la invasión. La finalidad de la misión es, según la nota oficial, "asestar un golpe duro y directo a Hamás para aumentar el poder de disuasión y mejorar la situación de seguridad para los residentes del sur de Israel a largo plazo". Decenas de miles de reservistas se unirán a los 9.000 llamados durante la semana.
Imposible a estas alturas determinar el tiempo que durará la invasión y su profundidad. En junio y julio de 2006, tras la captura del cabo Gilad Shalit, los blindados entraron sólo unos pocos cientos de metros en la franja durante varias semanas. Por activa y por pasiva aseguran los gobernantes israelíes que no pretenden regresar a la situación previa a septiembre de 2005, cuando 8.000 colonos y miles de militares fueron evacuados del territorio ocupado. Un portavoz del Ejército aseguró, no obstante, que las operaciones en suelo de Gaza se prolongarán "varios días".
Israel domina el espacio aéreo y el marítimo de Gaza al cien por cien. Y su superioridad por tierra es apabullante. Se enfrentan la tecnología más sofisticada contra la determinación total de las milicias islamistas. Aunque a ciencia cierta nadie sabe el arsenal que ha podido acumular Hamás en año y medio de control absoluto de la franja. Es la única incógnita que ha retraído de algún modo a militares y líderes políticos israelíes.
El feroz ataque de la tarde de ayer desembocó en la invasión. Una operación que entraña graves riesgos para los soldados. La milicia islamista ha desafiado un día sí y otro también al Ejército israelí para que desencadene la invasión por tierra. Más de 10.000 militares están apostados en la frontera para ejecutar una orden que se ha convertido en el nudo gordiano de esta guerra.
Los mandos castrenses, según informaba Haaretz, estaban divididos sobre la conveniencia de dar luz verde al asalto de la infantería. Y los políticos no podían dejar de calcular los costes electorales de una hilera de ataúdes, sobre todo si no se consigue frenar completamente el lanzamiento de cohetes. Lo que ahora parece seguro es que no consideran suficiente el castigo propinado a Gaza en ocho días de destrucción para restaurar la capacidad de disuasión erosionada en los últimos años.
Acaba de comenzar la segunda fase de la guerra y resulta prematuro aventurar cómo será su final. El Gobierno israelí no se siente apremiado por los llamamientos al alto el fuego. Las peticiones europeas suelen tropezar con el desprecio oficial israelí. Sólo EE UU posee capacidad para frenar a su aliado. Pero las palabras pronunciadas el sábado por Bush -Hamás es responsable de todo lo sucedido- dejan manos libres al Ejecutivo israelí. Lo idea que se promueve ya es que el cese de hostilidades lo decida Israel unilateralmente. Sin pacto con Hamás.

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